"El fruto de la oración lo encontraremos en nuestro cotidiano"

David Guindulain, jesuita, ha trabajado en pastoral juvenil y en el acompañamiento de muchas personas durante años. Actualmente lo hace en el Centro Internacional de Espiritualidad Cueva de San Ignacio, en Manresa. Licenciado en Psicología y en Teología, también es profesor del Postgrado de Acompañamiento Espiritual de la Fundación Vidal i Barraquer.
 
Con esta amplia experiencia, acaba de publicar ahora en la colección "Ayudar" de la Escuela Ignaciana de Espiritualidad un cuaderno que recoge 49 prácticas espirituales que quieren ayudar a la oración personal y comunitaria.
 
Pero, a orar se debe aprender? "Se trata de hacer el mismo recorrido que hace un bebé para aprender y relacionarse con su entorno", nos cuenta el autor. Su propuesta tiene una de las fuentes principales de inspiración en la psicología evolutiva, disciplina que describe los procesos que sigue el niño desde el momento de su nacimiento.
 
Del mismo modo que el niño aprende primero a respirar, luego a relacionarse con el mundo a través de los sentidos, y finalmente, a pronunciar sus primeras palabras; a la hora de rezar, Guindulain nos plantea un itinerario con este recorrido, que se inicia con la respiración y la conciencia del propio cuerpo, el sentir las cosas y dejarse afectar, y sólo finalmente, poner la palabra, "porque se trata de recuperar la oración no como un acto racional, para elegidos o iniciados, sino como algo que está al alcance de todo el mundo", según el autor.
 
Entre las prácticas espirituales que nos sugiere defecto encontramos algunas que seguro nos harán pensar en disciplinas orientales. "Oriente se ha fijado más en el cómo", recuerda el autor y es por eso hay también esta inspiración. "Pero también encontramos muchas de estas prácticas en nuestra propia tradición, y especialmente a los mismos Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola, cuando habla de los modos de orar donde ya remarcaba la importancia de la respiración, por ejemplo. No es, pues, un descubrimiento de ahora ni una moda".
 
Conviene aclarar que "no nos encontramos ante un curso de oración ni de una serie de lecciones que hay que superar, sino de una serie de prácticas que no harán más que disponernos a sentir la Palabra de Dios, y por eso el título que hemos elegido para el cuaderno es Atraídos por Dios".
 
Por su experiencia en el acompañamiento de personas, David Guindulain sabe bien que uno de los obstáculos para la oración es la dificultad de desaceleración y por ello que recomienda que para la oración haya un desplazamiento físico, un viaje que disponga la persona a la dimensión espiritual, y luego, un retorno que permite valorar la experiencia.
 
Y es que según el autor, lo más importante es "saber mirar atrás y reconocer el paso de Dios en el camino recorrido". De poco nos serviría la experiencia si no somos capaces de revisar qué ha ido bien y qué no, y qué aprendizajes se pueden extraer.
 
Pero, en fin, todo esto por qué? ¿Cuál es el fruto de la oración? En esto también corremos el riesgo de caer en equívocos, porque "no es alcanzar un estado de calma, relajación o bienestar, tan sólo", nos dice, "sino que el fruto de la oración lo encontraremos en nuestro cotidiano si somos más humildes y más compasivos. En realidad son los demás los que tienen que notar que tú haces oración".
 
El cuaderno se puede descargar en este enlace: "Atraídos por Dios. 49 prácticas espirituales"