Un faro de compromiso y humanidad: reconocimiento a Natxo Velasco SJ

Apenas unos días antes de Navidad, el 19 de diciembre, la escuela Jesuïtes Bellvitge-Centro de estudios Joan XXIII acogió un emotivo reconocimiento a Natxo Velasco, jesuita de 89 años que ha dedicado más de 50 años de su vida al barrio de Bellvitge de L'Hospitalet de Llobregat. Más de 300 personas de varias generaciones quisieron participar en este homenaje: familiares, jesuitas, miembros de los patronatos y equipos directivos, de las AMPA, educadores y educadoras, antiguos alumnos... que transmitieron la estima y admiración que sienten por Natxo .

La directora general de Jesuïtes Bellvitge, Núria Gonzalo, recoge en este artículo, las emociones vividas ese día.

"El pasado 19 de diciembre, más de trescientas personas nos reunimos en el Juan XXIII para rendir un homenaje sorpresa, emotivo y merecido a Natxo Velasco SJ.

Natxo sigue representando todavía hoy, a sus 89 años, la historia viva del Joan XXIII. Lleva años jubilado pero está más cerca que nunca de las personas con las que trabajamos, han trabajado o se han topado con él en algún momento de su vida. Porque Natxo es el único jesuita que ha estado en Bellvitge desde el año 1968, momento en que la compañía le encargó junto a otros jesuitas, iniciar una misión en el barrio de Bellvitge.

En ese momento el barrio estaba en plena construcción y las carencias estructurales, servicios básicos e instalaciones brillaban por su ausencia. Había mucho que hacer, mucho que construir, pero con la ayuda de algunas familias laicas comprometidas, el sueño se convirtió en una realidad. El objetivo era dotar de esperanza y oportunidades a una generación de jóvenes que crecían en un entorno cargado de retos sociales, laborales,... entendiendo que la educación era la clave para transformar vidas, lucharon para que la igualdad de oportunidades no sólo fuera un ideal sino una realidad tangible. Natxo, junto con otros jesuitas, defendía que cualquier chico o chica, independientemente de su procedencia o nivel social, tenía derecho a una educación de calidad, a un futuro mejor, a un trabajo digno, a un merecido ascenso social. Así nació la escuela Centro de Estudios Joan XXIII, hoy Jesuïtes Bellvitge.

En un mundo que a menudo parece olvidar la importancia de la empatía y la solidaridad, hay personas que se convierten en faros de luz y esperanza, guiando a los demás hacia un futuro mejor. Natxo es una de estas personas excepcionales, que ha forjado su vida con la fuerza del compromiso social, el acompañamiento a las personas y la creencia firme en el poder transformador de las segundas oportunidades.

Su camino es una constante inspiración. Con una dedicación infatigable, ha sido y es un motor de cambio para quienes han encontrado en él una mano tendida, un corazón abierto y una voz que clama por la libertad y la justicia. Natxo aún hoy acompaña muchas vidas en momentos de fragilidad, ofreciendo apoyo, escucha y un amor incondicional que transforma heridas en fuerza y ​​dificultades en oportunidades. Su tarea no sólo ha marcado profundamente a aquellas personas que hemos tenido la suerte de cruzarnos en su camino, sino que ha sembrado semillas de cambio en toda una comunidad.

En el acto de homenaje se congregaron personas de diferentes generaciones que han pasado por la escuela. Desde miembros de su familia, pasando por jesuitas, representantes de los patronatos, direcciones generales, AMPA, maestros y profesores, ex profesores, antiguos alumnos, amigos y amigas. Todos quisimos dedicarle unas palabras sentidas, de profunda estima y de gran admiración.

La velada la iniciamos con una eucaristía, seguida de parlamentos hacia su persona amenizados con intermezzos musicales interpretados por alumnos de la escuela y rematados por un popurrí de fragmentos de canciones de ayer, de hoy y de siempre interpretadas por un grupo de profesores y ex profesores de la escuela que quisieron destacar el compromiso por la libertad, la igualdad, los derechos fundamentales de las personas y la justicia de los que Natxo ha hecho siempre su bandera. Por último, cenamos alrededor de las mesas, y recordamos momentos entrañables vividos y compartidos entre personas que hacía años que no se habían vuelto a ver, reviviendo anécdotas pasadas y felicitando a Natxo por la huella que ha dejado en el Joan XXIII.

Para muchos, Natxo es mucho más que un referente: es una fuerza de la naturaleza, un ejemplo de bondad, y un testimonio vivo que, cuando se unen corazón y acción, pueden transformar vidas y construir un mundo mejor.

Gracias Natxo por ser luz, camino y esperanza".

Núria Gonzalo Piguillem, directora general Jesuïtes Bellvitge