Es bien sabido que los proyectos migratorios provocan severos efectos en las diferentes esferas vitales de las personas que los sufren, siendo tan visible como dolorosa la realidad de las muertes y las desapariciones en el mar. Sin embargo, detrás de cada una de ellas, una mujer, una familia y una comunidad se encuentran al otro lado, viviendo una espera angustiosa, reconfigurando sus vidas marcadas por la incertidumbre y el dolor que las convierte en las víctimas invisibilizadas de esta realidad.
Hace unas semanas, la Delegación Diocesana de Migraciones de Senegal comenzó un proyecto de acompañamiento comunitario para procesos de duelo. El proyecto pretendía ofrecer, en 3 sesiones, un espacio compartido de reparación y reconstrucción por medio de una metodología innovadora basada en un acercamiento psicosocial adaptado al contexto local, con la dificultad añadida de la resistencia a hablar y normalizar una realidad que, por otro lado, está dolorosamente extendida en el país.
"todavía tengo ese dolor en lo más hondo de mi corazón"
En la primera sesión, se proporcionó una base teórica para comprender mejor las fases y manifestaciones de una persona que vive una situación de duelo. Una mujer que perdió a su hijo compartía: ''Tenía miedo y una tristeza profunda, perdía la cabeza, incluso alucinaba... y todavía tengo ese dolor en lo más hondo de mi corazón. Para mí, mi hijo todavía no está muerto y pienso que volverá. Para aceptarlo, necesito enterrarlo”.
En la segunda, el grupo tuvo la oportunidad de compartir sus experiencias, poniendo en el centro su vivencia, compartiendo aquello más sagrado que cada cual llevaba en su interior. Un anciano explicaba: ''Todos los senegaleses tenemos la misma experiencia y lo primero que sentimos es un vacío irrecuperable. Solo estamos tratando de fingir el olvido, pero nadie puede olvidar el dolor de perder a alguien”.
La última sesión fue vivida como un regalo, una oportunidad para celebrar acercando la cultura, la tradición y la vivencia de la fe al proceso de reconstrucción psicosocial. Se compartió una celebración en la que el imam, que experimentó la pérdida de dos de sus hermanos, condujo una bonita oración para las personas desaparecidas y aquellas que siguen recordándolas. Para gran parte de las participantes, era la primera vez que las rezaban en comunidad, por lo que fue un momento verdaderamente emotivo.
"una gran esperanza que nace de caminar unidas hacia nuevos horizontes"
El proyecto, financiado por el Secretariado de Misiones de la Compañía de Jesús en España y por Manos Unidas, se ha convertido para la DDM Senegal, no sólo en la constatación de la necesidad de acompañar la realidad doliente que permanece en las comunidades locales, sino en el motivo de una gran esperanza que nace de caminar unidas hacia nuevos horizontes.
El trabajo de la DDM en Senegal es una apuesta que surge de la Delegación Diocesana de Migraciones de Nador para acompañar desde el origen. Desde hace un año se incorporaron al proyecto de Senegal Mateo Aventín y Sanja Rahim, con el objetivo de plantear una intervención que permita ofrecer oportunidades y acompañar mejor a las personas que se encuentran en la encrucijada.