El Superior General de la Compañía de Jesús, el P. Adolfo Nicolás, invita a los peregrinos del Camino Ignaciano a descubrir lo que es esencial en su vida y aprovechar esta experiencia como punto de partida de nuevos deseos y proyectos. A la vez, a experimentar la reconciliación en su relación con los demás, con la sociedad y con el medio ambiente.
Con motivo del inicio del primer Año Jubilar del Camino Ignaciano, que ha empezado el 31 de julio, festividad de San Ignacio de Loyola, el P. Adolfo Nicolás ha dirigido una carta a todos los jesuitas, colaboradores de la Compañía de Jesús y peregrinos del Camino Ignaciano, que recorre la ruta que hizo San Ignacio desde el Santuario de Loyola hasta Manresa.
El P. Nicolás recuerda que el Camino Ignaciano “nos remite a la honda experiencia que en su día tuvo San Ignacio de Loyola” y destaca la experiencia que supone para cualquier persona emprender esta aventura: “comprometerse en una peregrinación es algo que marca centralmente a la persona: un peregrino aprende a descubrir aquello que es esencial en su vida y en la realidad que le envuelve, forja un trabajo interior difícil de llevar a término en la existencia ordinaria y cotidiana, ensaya cómo vivir con sencillez y en contacto con la naturaleza, redescubre el valor de la amistad y del diálogo que brota desde la intimidad del corazón”.
El máximo responsable de la Compañía de Jesús en el mundo pide a los peregrinos que, como le ocurrió a San Ignacio, se sientan llamados a “en todo amar y servir”, cosa que “supondrá optar decididamente por transformar deseos y cambiar proyectos, una aventura preciosa que invita a salir del propio interés”.
Per al P. Nicolás, uno de los frutos que debe experimentar también el peregrino es el don de la reconciliación que “ojalá se haga visible y efectiva en todos nosotros y en nuestras relaciones personales, sociales y medioambientales”.