La parroquia de Sant Ignasi de Lleida abre las puertas para acoger a temporeros de la campaña de la fruta

Las puertas de la parroquia de Sant Ignasi de Loiola de Lleida, de la Compañía de Jesús, se han abierto esta semana para ofrecer un espacio de acogida y hospitalidad a personas que llegan a la ciudad para la campaña de la fruta. Tres entidades, Arrels Sant IgnasiCreu Roja y Càritas Diocesana de Lleida, y miembros de la Plataforma "Fruta con Justicia Social", se han unido para colaborar en este proyecto y poder dar una respuesta desde la hospitalidad que se este año se hace especialmente necesaria y urgente por la situación de excepción que estamos viviendo a raíz de la crisis de la Covid-19.

La campaña de la fruta lleva cada año muchas personas en Lleida. Estos días, como consecuencia de la situación generada por la Covid-19 muchas de ellas se encuentran sin recursos para atenderlos. "El resultado es que el número de personas durmiendo en la calle ha aumentado", advierte Roger Torres, jesuita y rector de la parroquia de Sant Ignasi de Loiola y presidente de la Fundación Arrels Sant Ignasi.

La iniciativa de las entidades y la parroquia es una respuesta de emergencia, a la espera que se pongan en marcha los dispositivos de acogida que el Ayuntamiento de Lleida tiene que ofrecer a partir del 1 de junio. Para Roger Torres "es un gesto sencillo porque las condiciones para acoger de forma segura reducen nuestra capacidad a 10 personas y también porque es una respuesta acotada en el tiempo, hasta que la administración local disponga, a principios de junio, de un lugar de acogida". Sin embargo, "el número reducido nos permite ofrecer un espacio con mucha calidez".

Técnicos y voluntarios de las tres entidades hacen posible este espacio temporal en la parroquia, en el que se ofrece un lugar donde pernoctar. Las personas acogidas podrán ducharse, hacer una comida caliente y dormir, así como disponer de una consigna para dejar sus pertenencias.

Aparte de esta respuesta directa de acogida, las entidades reivindican a las diversas partes implicadas que asuman sus responsabilidades: a las administraciones locales, que ofrezcan espacios de acogida para las personas que duermen en la calle, a las personas que contratan, que cumplan con las obligaciones de ofrecer espacios dignos de pernoctación, a las grandes empresas, que paguen un precio justo por la fruta que compramos, al gobierno central, que permita a las personas en situación irregular poder disponer de contratos temporales de trabajo y a la ciudadanía, que haga suyo el discurso de la hospitalidad y ponga rostro a los recolectores que hacen posible que tengamos cerezas, manzanas, peras o melocotones en la mesa de nuestros comedores.

"Y es que la hospitalidad debe ser esto", dice Roger Torres, "pensar que si nunca llegara yo a una tierra diferente, lejos de los míos, me gustaría encontrar una comunidad humana, una ciudad que me acogiera así, con toda esta calidez".