El pasado viernes 14 de junio, en ESADE se vivió un momento significativo para la Compañía de Jesús con la celebración de los últimos votos de Alberto Núñez. Rodeado de numerosos compañeros jesuitas, familiares, amigos de ESADE y de la comunidad Sant Pere Claver del Clot y otros allegados, Alberto hizo sus últimos votos después de quince años de su entrada a la Compañía de Jesús.
La eucaristía estuvo presidida por el delegado de la Plataforma Apostólica, Pau Vidal, que fue el encargado de recibir los últimos votos. También concelebraron un numeroso grupo de compañeros jesuitas como muestra de solemnidad y fraternidad, en continuidad con la tradición y reflejo de la profundidad de la vocación jesuita al servicio de la fe y promoción de la justicia.
En su homilía Alberto agradeció a todas las personas lo acompañaron en este momento tan importante y a quienes prepararon con tanto cariño la misa y el encuentro con la alegría y el gozo por la celebración de sus últimos votos que la Compañía le había concedido. También compartió lo significativo que era para él celebrar sus últimos votos en una institución educativa como Esade, donde desde años desarrolla parte de su misión como jesuita.
A través de dos anécdotas explicó por qué eligió celebrar en ESADE sus últimos votos, ambas relacionadas con su trayectoria vital, su formación académica y el mundo de la economía y las finanzas. Explicó cómo “una educación de calidad te pone en contacto con instituciones, empresas y personas de primera relevancia. Te abre las posibilidades de un futuro muy prometedor. Pero la paradoja es que, con frecuencia, cuando más subes menos libre eres.”
Mantener la libertad de espíritu y la disponibilidad personal para buscar siempre lo mejor en un mundo que nos ata de muchas maneras es el ideal de la formación jesuita, y también de lo que Alberto quiere transmitir en Esade. Es el ideal que toma su modelo de la Compañía de Jesús, fundada por un grupo internacional de ocho jóvenes y otro un poco más maduro (Ignacio de Loyola) cuando estudiaban en el Harvard de la época (la Sorbona de París) hace 490 años.
En palabras del propio Alberto, este “es un ideal que sigue valiendo la pena, en el que se puede poner todo el corazón, y que a mí me sigue inspirando para seguir viviendo –y un día morir– en esta mínima Compañía.” Un feliz día de celebración, de gozo, de compartir, de ratificación de un compromiso mutuo.