El pasado sábado 24 de mayo, la iglesia del Sagrado Corazón de la calle Casp de Barcelona acogió una celebración muy especial. Òscar Fuentes, jesuita y profesor del colegio Jesuitas Caspe, realizaba sus últimos votos en la Compañía de Jesús, incorporándose plenamente a ella. La celebración fue presidida por el delegado de los jesuitas en Cataluña, Pau Vidal, quien fue el encargado de recibir los votos.
Por eso, familia, amigos, compañeros del colegio y también jesuitas llegados desde distintos puntos de España quisieron acompañar a Òscar en ese momento. A todos ellos les mostró un sincero agradecimiento. Dedicó unas palabras muy especiales a su familia, a la que reconoció como clave para descubrir su vocación como educador y como jesuita. De la larga etapa de formación que se inicia con la entrada al noviciado, destacó “a los compañeros jesuitas que Dios ha puesto en mi camino y que han dejado una huella en mi corazón”.
Òscar Fuentes ha hecho sus últimos votos tras una trayectoria que ha pasado por Zaragoza, L’Hospitalet de Llobregat, Barcelona, Roma y Alicante. Actualmente, su actividad está centrada en la comunidad educativa del colegio Casp, así como en varios grupos e iniciativas de pastoral juvenil en el Casal Loiola. Por eso, a la celebración asistieron muchos niños, adolescentes y familias. “Eso me llenó de alegría. Fue un regalo”, destaca.
"Me siento transformado y acompañado por la Compañía de Jesús"
Nacido en L’Hospitalet y vecino de Bellvitge, es el menor de tres hermanos. Estudió en el colegio Jesuitas Bellvitge. La misión de la comunidad jesuita en ese barrio, con su implicación en la parroquia y en el acompañamiento pastoral y social, marcó profundamente su vivencia de fe. Maestro por vocación, a los 21 años decidió entrar en el noviciado de la Compañía de Jesús, que entonces se encontraba en Zaragoza. Luego completó sus estudios en Barcelona y Roma, formándose en Antropología Social, Teología y Catequética.
“Los últimos votos han sido como la culminación de ese proceso que comencé hace 26 años al entrar al noviciado. Me siento transformado y acompañado por la Compañía de Jesús”, explica, con profundo agradecimiento hacia los compañeros jesuitas, pero también hacia el profesorado y colaboradores con quienes comparte misión y tareas. Vive con ilusión este momento y abraza con humildad “poder formar parte de este equipo que, con sus limitaciones y fortalezas, da servicio a la Iglesia y a la sociedad”. Lo hace con el deseo de compartir alegrías y dificultades con los niños, jóvenes y familias que acompaña.
“Mi vocación tiene sentido porque está arraigada, fundamentada y animada por tantas personas que la comparten”
Hay que recordar que la celebración de los últimos votos es un momento importante, en el que la propia Compañía de Jesús solicita al jesuita que realice estos votos e ingrese plenamente en ella. Supone así confirmar y renovar la promesa hecha en el momento de entrar.
“Mi vocación tiene sentido porque está arraigada, fundamentada y animada por tantas personas que la comparten”, afirma Òscar. “Ahora mismo soy el único jesuita que colabora en la escuela Casp y me he sentido muy apoyado por los compañeros y compañeras laicos con los que llevamos adelante la misión educativa y pastoral”. La pastoral en las escuelas y la pastoral juvenil han sido una constante en la vocación de este jesuita. Decidió desde joven estudiar para ser maestro, convencido de que “la educación puede cambiar y transformar nuestro mundo, y puede ser una herramienta de construcción del Reino de Dios”. Es una tarea que vive con gozo y esperanza, reconociendo que aprende mucho del contacto con niños y jóvenes.
A lo largo de su trayectoria como jesuita, asegura que una imagen que siempre le ha acompañado es “sentir que formaba parte de un equipo muy grande al que yo podía aportar mi granito de arena”. Y en este camino, dice, “soy lo que soy gracias al ejemplo de tantos compañeros jesuitas y de personas que Dios ha puesto en mi vida y que me han dado un testimonio muy profundo del evangelio”.
"La experiencia de enfermedad me ha dado más resistencia y la capacidad de poner una sonrisa en los malos momentos"
Pero no ha sido un camino fácil. Hace dos años, Òscar sufrió una enfermedad grave que hizo temer por su vida. Afortunadamente, pudo superarla e iniciar un proceso de recuperación. Ha sido una experiencia intensa, de la que puede dar testimonio y que le ha marcado en muchos sentidos. “Hablo desde el agradecimiento a todas las personas que cuidaron de mí”, dice. Por un lado, el personal sanitario: médicos, enfermería... todo el personal implicado en la atención a las personas en un hospital. “Pero también descubrí a muchos otros profesionales que no conocía, vinculados a las terapias de recuperación, y a quienes valoro mucho”, explica.
También destaca que durante su estancia en el hospital nunca estuvo solo. “Siempre recibí visitas y eso te anima a seguir adelante en los momentos difíciles: ves que Dios está presente a través de todas esas personas”. En aquellos momentos, la fe jugó un papel muy importante y reconoce que esta experiencia le ha dado la oportunidad de ver las cosas con otros ojos: “Volver a la vida cotidiana, a la realidad del día a día, era lo que más deseaba. Esto me ha dado más resistencia y la capacidad de poner una sonrisa en los malos momentos y de querer ir más allá”.