Una solidaridad que debe seguir inspirando la convivencia

Este domingo 30 de noviembre ha tenido lugar en la parroquia de Nuestra Señora de Bellvitge, en L’Hospitalet de Llobregat, el último acto de despedida de la comunidad religiosa de jesuitas que vivía en el barrio.

El encuentro ha permitido recordar la llegada de los jesuitas al barrio, en 1968, y su trabajo al lado de los vecinos y vecinas en los momentos de nacimiento y construcción del barrio. Lo recordaba Carles Marcet, que ha sido el último superior de la comunidad de Bellvitge, destacando que “Bellvitge ha sido para nosotros una escuela de formación humana y espiritual”.

El acto ha comenzado con una presentación elaborada por Antonio Valcárcel, feligrés de la parroquia y autor del libro “La Ermita de Bellvitge”, donde se recoge de manera sintética y entrañable la historia de la parroquia de Nuestra Señora, desde los inicios hasta hoy. Las 400 personas que se han reunido en la celebración han compartido un desayuno preparado por la Fundación La Vinya y después ha tenido lugar la Eucaristía de acción de gracias, presidida por el delegado de los jesuitas en Cataluña, Pau Vidal, junto con un buen grupo de jesuitas y exjesuitas que, a lo largo de estos 57 años de presencia, han vivido en algún momento de la historia en el barrio. La homilía corrió a cargo de Ramon Ribas, uno de los primeros jesuitas que vivió en el barrio. En la homilía recordó las luchas vecinales iniciales de aquellos primeros años y puso en valor la solidaridad de todos los vecinos, de orígenes diversos, que se activaron desde el principio organizándose con entusiasmo para reivindicar mejoras para el barrio.

Una solidaridad que debe seguir inspirando la convivencia

“La parroquia de Nuestra Señora de Bellvitge decidió trabajar para llegar a formar una comunidad humana con estas personas que venían de todas partes, que no se conocían. Pero antes de construir una parroquia, preferimos continuar en el barracón provisional porque no puede haber comunidad cristiana, nos dijimos, si antes no hay comunidad humana”, ha explicado Ramon Ribas.

Una solidaridad que, como ha dicho Ribas, debe seguir inspirando la convivencia: “que, recordando estos inicios, los vecinos sepan acoger ahora a los migrantes que llegan de todo el mundo con el mismo espíritu de ayuda mutua y de solidaridad que se vivió en los comienzos del barrio”.

A pesar del duelo porque los religiosos jesuitas dejarán de residir en el barrio y de estar al frente de la parroquia, el P. Ramon Ribas ha querido transmitir un mensaje de alegría y agradecimiento porque la comunidad cristiana continúa, y con ella, una manera de entender la Iglesia y de estar en el mundo, acompañada por la Fundación La Vinya y el colegio Jesuïtes Bellvitge-Centro de Estudios Joan XXIII, dos obras del sector social y educativo de la Compañía de Jesús que aseguran que el legado de los jesuitas sigue presente y activo en el barrio.

En las oraciones y los agradecimientos se destacó la creación del primer centro de esplai diario en Cataluña, que posteriormente dio lugar al actual Fundesplai; la apuesta de los jesuitas por el poder transformador de la educación, con palabras de agradecimiento por parte de Núria Gonzalo, directora de la escuela Joan XXIII, o, como destacó Mari Carmen de la Fuente, coordinadora del sector social de la Compañía de Jesús en Cataluña y que fue directora de la Fundación La Vinya, “el gran regalo de la espiritualidad ignaciana, que nos alimenta y nos permite caminar hacia un barrio más solidario”. También muchas personas de la comunidad parroquial expresaron de diversas maneras la alegría de haber compartido amistad, fe y vida con los jesuitas.

“Dios se nos ha mostrado en este barrio, a través del testimonio de tantas personas, de tanto compromiso, de tanta vida”

El Superior Provincial de la Compañía de Jesús, el catalán Enric Puiggròs, que no pudo asistir personalmente, dirigió un mensaje a la comunidad cristiana de la parroquia de Nuestra Señora de Bellvitge en un día en el que, como decía, “damos gracias por todos estos años que hemos estado en el barrio y por todos los compañeros jesuitas que han entregado la vida, o una parte de ella, al barrio”. Puiggròs ha destacado que “Dios se nos ha mostrado en este barrio, a través del testimonio de tantas personas, de tanto compromiso, de tanta vida”. En su mensaje ha querido saludar también al nuevo párroco, el P. Josep Mª Romaguera, y a los presbíteros que acompañarán la nueva unidad parroquial.

La celebración, que estuvo animada con cantos y danzas del coro guineano de la parroquia, incluyó también un sentido homenaje a los jesuitas y exjesuitas que han pasado por Bellvitge, a los cuales se les entregó un recuerdo.