Más de doscientas personas se reunieron el pasado sábado 22 de enero frente a las puertas del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la Zona Franca de Barcelona. Era la octava edición de una vigilia de oración que organiza el grupo de la Fundación Migra Studium que visita habitualmente a los internos del CIE, y que contó con la adhesión de unas ochenta entidades. Este año, bajo el lema “Basta internamientos y expulsiones. ¡Queremos hospitalidad!”, un grito claro, breve y conciso. Un clamor de denuncia y esperanza.
La iniciativa ha servido para denunciar el sufrimiento injusto e inútil que sufren las personas migrantes internadas en estos centros. Este año, la gestión del CIE de Barcelona ha seguido marcada por la pandemia, con las puertas cerradas y las visitas prohibidas hasta el 16 de junio. Desde entonces, familiares y ONG hemos podido entrar en cuentagotas, y con muchos obstáculos y limitaciones. De nuevo, hace una semana que ha vuelto a perderse el derecho a visitas, según ha dicho el director, por un brote de coronavirus en el centro. Esta privación de libertad humilla, criminaliza y estigmatiza al conjunto de la población migrada, lo que repercute negativamente en la opinión pública.
La primera parte del acto consistió en la lectura de los testigos recogidos por los voluntarios y voluntarias de Migra Studium que visitan el Centro de Internamiento. Los casos de Ahmed, Adil, Salim y Karbal eran sólo una muestra de la realidad de sufrimiento que se vive detrás de los muros de un CIE. Testimonios, escuchados en silencio, a las puertas del CIE, hacían resonar el dolor, la dignidad y la determinación. “Llegué a Europa con 15 años. Ahora, ya con 30, solo quiero poder establecerme aquí, hacer mi vida, pero las cosas no son tan fáciles. El día 58 de internamiento contacto con la voluntaria, manteniendo la esperanza de quedar en libertad”, decía Ahmed el día antes de que lo expulsaran; "soledad, soledad y más soledad", decía Salim, expulsado en Argelia después de 30 días de internamiento, sin previo aviso, horas antes de que Argelia cerrara oficialmente su frontera con España por la pandemia.
La hostilidad que representa el CIE se ha contrapuesto con los testigos de hospitalidad de Amadou y Hafid. Personas migrantes o refugiadas que han podido contar con la acogida y apoyo de las familias de la Red de Hospitalidad.
La noche fría, los muros y las vallas ahogaban, el eco de la megafonía rompiendo la música y el silencio y la lejanía del lugar, sirvieron para todos los que se acercaron a la Zona Franca, para tomar conciencia de uno de los muchos agujeros negros de injusticia y sufrimiento que genera nuestro mundo. Como suele decir la gente de Migra Studium: "seguiremos acompañando y seguiremos denunciando, hasta que el último de los CIE cierre".
Más información sobre el grupo de visitas en el CIE de Migra Studium en este enlace.