La teóloga Cristina Inogés ha sido la encargada este año de inaugurar el curso en el centro de estudios Cristianisme i Justícia, con una ponencia sobre el proceso sinodal impulsado por el papa Francisco.
Inogés ha dedicado su intervención a insistir en la necesidad de escuchar a los excluidos en la Iglesia. Ha hablado de aquellos que están en los márgenes, la periferia y la frontera de la Iglesia: jóvenes, personas en situaciones de pobreza, mujeres, comunidades LGTBIQ+, sacerdotes secularizados,… “Nos tenemos que plantear cómo damos voz a quiénes nosotros mismos hemos relegado a esos lugares”, porqué “si en el puzzle de la sinodalidad nos faltan piezas, no habrá sinodalidad”, ha asegurado.
Laica y teóloga, Cristina Inogés participó en la apertura del Sínodo y forma parte de una de sus comisiones. “Las mujeres seguimos en los márgenes de la Iglesia. A pesar de que ahora algunas tengamos cierta visibilidad, debemos seguir hablando desde esos márgenes, porque es el mejor lugar para mostrar la realidad de tantas mujeres en el mundo".
Esperanzada e ilusionada en las posibilidades del Sínodo, Cristina Inogés ha reconocido también sus dificultades y limitaciones, en algunos casos provocadas por las propias reticencias internas o el riesgo de que los debates que están aflorando puedan quedar diluidos. “El Papa Francisco ha abierto muchos procesos pero la realidad nos dice que se encuentra pocas manos tendidas para llevarlos después a la práctica”, lamentó la ponente. Sin embargo, muchos de los temas que están surgiendo son los que la Iglesia rechazaba poner sobre la mesa, y ello supone una llamada de atención que ya no se puede ignorar.
Según Inogés, están saliendo cuestiones vitales que nos muestran que debemos descentrarnos, practicar una escucha activa y ser capaces de “ponernos en los zapatos de los demás”. Para ello invita a iniciar un proceso de discernimiento, que supone “ponerlo todo patas arriba y dejar que Dios se asome”.
En definitiva, lo que nos propone el Sínodo es cambiar el modo de relacionarnos en la Iglesia, abriendo cauces para que la voz de todos y todas pueda ser escuchada y generando un cambio que debe ir de abajo hacia arriba. Ello implica afrontar también el dolor generado por los abusos de poder dentro de la Iglesia, porqué “si no sanamos las heridas de las personas abusadas no podremos decir que somos una iglesia sinodal”.
Con este acto, Cristianisme i Justícia da comienzo a un nuevo curso. El director del centro, el jesuita José Ignacio García, ha presentado algunas de las actividades y líneas de reflexión que marcarán el trabajo de los próximos meses, con una novedad destacada: el Anuario del centro. Se trata de una nueva publicación que tendrá carácter anual. En su primera edición, acabada de estrenar con el título “La herida”, ofrece, entre otros contenidos, una entrevista con el filósofo Josep M. Esquirol y un diálogo sobre los elementos que hacen hoy del cristianismo una religión contracultural.