La lluvia no impidió a los participantes de la vigilia la caminata de Montserrat a Manresa, llegar a su destino y pasar por la puerta jubilar, para llegar a la Cueva de San Ignacio.
Un año más se ha organizado este encuentro, que recuerda la experiencia y el camino que hizo Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, que rezó a la Virgen de Montserrat y bajó a pie hasta Manresa. En esta ocasión y dado que se está celebrando el año jubilar del camino ignaciano, los participantes han podido atravesar la puerta de hierro forjado y piedra del año 1625, que daba acceso a la Cueva de San Ignacio hasta principios del siglo XX. Ahora la puerta, restaurada, se encuentra en el espacio de acogida que el visitante encuentra antes de llegar a la Cueva. El gesto de cruzarla es un signo jubilar, de empezar una vida de gozo y reconciliación. Se trata de un gesto sencillo pero dotado de un profundo simbolismo.
Esta vez la vela tuvo lugar los días 18 y 19 de marzo y reunió personas muy diversas pero todos con un ideal común, hacer presente el conocimiento y la vida de San Ignacio. Para una de las participantes, Marina Llorca, ha sido "una gran experiencia volver a repetir de nuevo este camino, conversando unos con otros, y también con momentos de silencio".
Antes de iniciar la caminata se celebró la vigilia de San Ignacio en la basílica de la Virgen de Montserrat, en un tiempo de lectura, meditación, recogimiento y oración. Así como Ignacio dejó su espada de caballero, los participantes pueden dejar en el mural improvisado, al pie del altar, la vela encendida y dejar anotada su "espada" particular de egoísmos, de falta de voluntad, de paciencia… Propuestas sinceras y reconocimiento de las gracias de los favores recibidos.
Una experiencia que, para los que la han vivido, "ayuda a seguir el camino de la vida de cada día con más fuerza".