Los días 22 y 23 de marzo ha tenido lugar la ya tradicional vigilia de oración en Montserrat y peregrinación a Manresa. Se trata de una actividad que organizan los Jesuitas de Cataluña, recordando la experiencia que Ignacio de Loyola realizó en 1522. Los participantes han hecho una vigilia de oración en Montserrat, el viernes por la noche, y al día siguiente han bajado a pie hasta Manresa. Una de las personas que ha participado en esta actividad es Marta Burguet, que ha querido compartir la experiencia a través de este relato.
Siguiendo sus pasos, revivimos la experiencia.
"Atardecer del 22 de marzo de 2024. Subimos la montaña de Montserrat a velocidad rodada, convocados en clave ignaciana, bajo la luz de la luna que casi hace el pleno. Mientras compartimos la cena juntos, vamos dejando ese tiempo que necesita el alma para ir llegando, así nos disponemos para la vigilia a la Virgen de Montserrat, recordando a aquel Ignacio deseoso de conquistar a Cristo, que hace 502 años se disponía a pasar la noche orando a la Virgen para que fuera puesto con el Hijo, con el anhelo de una atracción cruzada. Siguiendo sus pasos, revivimos la experiencia. Peregrinos como él, somos acogidos por el P. Mayol, párroco del Santuario, proponiendo vivir las 3 horas como el rocío fino de la mañana, que nos abre a lo que se nos vaya dando, con ese goteo suave con el que somos invitados a regar un mundo sediento.
El imaginario de tres pantallas nos lo proponía el jesuita David Guindulain: arraigados en el mundo, en clave Trinitaria, para revivir la experiencia de la Anunciación. La disposición también empapada de un ritmo trinitario. Un primer momento de Palabra, acompañados de la lectura meditativa a compás de guitarra. Un segundo momento de oración personal, como aquel Ignacio: ahora levantándose, ahora de rodillas, ahora recorriendo el Santuario montserratino. Un tercer momento eucarístico, siendo conscientes de que, como María, somos receptáculos de Anunciación, a menudo de formas sorprendentes y repentinas, en medio del mundo. Noche de oración, para desarmarnos de los obstáculos y confusiones, y ser configurados a Cristo, bajo la mirada amorosa de María.
La Cova recibía nuestra disposición a seguir el camino, habiendo renovado un año más la fidelidad a la misión ignaciana encarnada en el mundo.
Atentos también al necesario descanso del cuerpo, al día siguiente nos congregábamos bajo la imagen de San Ignacio para emprender camino de bajada hasta Manresa. Los casi 23 km de distancia que Ignacio recorría deseoso por Cristo mientras descubría su anuncio, nosotros los enfocamos en llegar a Manresa. Ganando en atención, se nos proponía acompañar la ruta del anuncio ignaciano del examen del día, jugando con 5 A's: Agradecer la jornada vivida, (pedir) Ayuda y lucidez, Analizar haciendo consciente el paso del Señor por la propia vida, Asumir los tropezones del Camino, Avanzar proyectando la jornada siguiente. Ahora en conversación, ahora en silencio, ahora en contemplación, avanzamos hasta la ciudad manresana. La Cueva que cobija este otro Santuario recibía nuestra disposición a seguir el camino, con la escucha dispuesta a los ángeles que nos sean Anuncio, acompañados trinitariamente, habiendo renovado un año más la fidelidad a la misión ignaciana encarnada en el mundo”.