Cuidar la Casa Común, trabajando en la protección de la Creación, es una de las preferencias apostólicas universales del trabajo actual de la Compañía de Jesús en todo el mundo.
No es una preocupación nueva. La Compañía de Jesús tiene ya un recorrido de atención a las cuestiones ecológicas. Esta cuestión ha estado presente sobre todo desde la Congregación General 34 del año 1995 y los diversos Superiores Generales han animado a encontrar caminos para responder a este reto, desde una aproximación que siempre ha tenido muy en cuenta la vinculación de la emergencia climática con la justicia social. La necesidad y la urgencia de una conversión ecológica viene confirmada estos últimos años con la encíclica Laudato Si del Papa Francisco.
El centro de espiritualidad Cova Sant Ignasi de Manresa acoge un retiro de conciencia ecológica en clave ignaciana
Entre las diversas iniciativas y proyectos de trabajo que se van poniendo en marcha en este ámbito, van surgiendo iniciativas que nos invitan a adentrarnos en nuestra tradición y espiritualidad desde esta conciencia ecológica, buscando un camino de búsqueda y conversión, que pueda ayudar también a tomar decisiones que contribuyan al cuidado de la Casa Común.
Ahora, el Centro de espiritualidad de la Cueva de san Ignacio, en Manresa, programa por primera vez un receso de conciencia ecológica en clave ignaciana. Se hará el fin de semana del 31 de marzo al 2 de abril y lo acompañarán Marta Burguet y Joan Morera, jesuita.
Nos proponen “tomar contacto con la naturaleza, en disposición de escucha y sensibilidad, para sentir y gustar a Dios en toda la Creación y sus criaturas” y, desde aquí, “profundizar en las formas de vida que se desprenden de un compromiso profundo con el espacio sagrado de la Tierra que habitamos”.
San Ignacio refiere la relación de Dios con la naturaleza habitándola. Y es desde esta experiencia del peregrino que el receso nos invita a hacer esta experiencia en clave ignaciana. “Ser peregrino, no tener nada fijo, hace que estés en una intemperie que te lleva a encontrar a Dios en la naturaleza y en el contacto con los demás. Te has desnudado de todo y la naturaleza es el hilo conductor”, explica Marta Burguet, quien considera que san Ignacio debía de tener una relación con la naturaleza de contemplación y maravilla.
La experiencia no se acaba con el retiro, sino que, según los organizadores, debe ser necesariamente transformadora y debe acabar impregnando nuestro día a día. "Lo vivido cultiva una sensibilidad que mueve, sí o sí, a implicarse en la sanación integral del planeta".
Encontrará más información sobre el receso en este enlace.