"A veces necesitamos una especie de vuelta, de ida y vuelta, para comprender quién soy yo", afirma Alexis Bueno, jesuita y responsable del campo de trabajo en el Chad. Hace diez años -desde el 2000- que los jesuitas acompañan jóvenes en edad universitaria para hacer una estancia de cuarenta días en el Chad. "Entrar en África para que África entre dentro de ti", comenta Alexis, un Campo de Trabajo "muy especial, donde no vamos a hacer nada con las manos, el típico campo de trabajo donde construyes un puente o una escuela, sino un campo de trabajo de diálogo con las personas, y de conocimiento profundo del país". El periodo de inscripción está abierto hasta el 1 de marzo.
El Chad es una república de África central sin salida al mar, que limita al norte con Libia, al este con Sudán, al sur con la República Centroafricana, al suroeste con Camerún y Nigeria, y al oeste con Níger. "Un país que ha estado en la cola de los países del mundo en desarrollo". Ahora se ha convertido en una pequeña potencia militar en la región, pero entre países muy pobres, explica Bueno. "Tienen un presidente que llegó al poder por un golpe de estado, en 1990, y que sabe que se irá sólo por las armas, aunque teóricamente es un país democrático, todo es pura fachada". La mayoría de la población es muy pobre, vive de la agricultura, una agricultura muy frágil, pero con el descubrimiento del petróleo empieza a haber cambios y una pequeña parte de la población empieza a tener riqueza.
Los jesuitas, los primeros misioneros en el país
Los jesuitas tienen presencia en Chad más o menos desde 1950. "Han sido los primeros evangelizadores del país", comenta Alexis orgulloso. Al estar tan aislado y lejos de costa, es el lugar donde más tarde llegaron los misioneros. Los jesuitas fundaron allí la iglesia en buena parte del país; "Ha habido otros religiosos en otras zonas del país, pero en la capital y en la gran zona de alrededor es donde los jesuitas han tenido un peso bastante importante en la creación de la iglesia y en los primeros momentos de la evangelización”.
Alexis recuerda que cuando llegó, fue en 1995, tuvo contacto con jesuitas que entonces eran muy mayores y hoy ya están muertos. "Me explicaron la experiencia de ser los primeros evangelizadores, es decir, llegar a poblados donde nunca habían oído el Evangelio". "Ha sido una evangelización que ha ido junto al desarrollo humano, social y económico", explica, con obras sobretodo en el mundo educativo: crearon una de las mejores escuelas del país, también un centro de reflexión social y político en la capital, varias parroquias, uno de los jesuitas es obispo de una de las diócesis de nueva creación, y siempre con un gran componente de diálogo islamo-cristiano.
Es en este contexto donde se enmarca uno de los Campos de Trabajo en África de los jesuitas, un Campo con una premisa previa importante: "Uno debe despedirse rápido de la idea de que va a cambiar algo, porque es una pequeña incursión por conocer y para estimar; dejar que caigan los propios esquemas, los propios prejuicios sobre una realidad. Entrar poco a poco y conocer personas, amarlas... ". Le dan también mucha importancia a la dimensión interior y espiritual: "Cuando vamos al Chad, aunque son sólo 40 días, hay un viaje exterior y un viaje interior, un viaje exterior porque es desplazarse físicamente, el exotismo de África, la diferencia de cultura... impactos por fuera que son muy grandes, pero lo que intentamos es sobre todo este viaje interior, que la persona alejándose de su casa intente comprenderse a sí mismo también".
Llegar al interior a través del contacto con la gente
Por eso recomienda escribir un diario durante el viaje, "y también contamos con la reflexión y la oración de la noche donde nos encontramos y compartimos". Y ¿cómo llegar a este viaje interior? Alexis afirma que a pesar de ser un campo de trabajo atípico, se hacen bastantes cosas porque "el contacto con la gente lo hacemos a través de hacer cosas". Dan curso de informática, trabajan con los salesianos que tienen una escuela y un centro de juventud que hace muchas actividades, trabajan con mujeres enfermas de sida, con una asociación que acoge niños de la calle, van a visitar ciudades... "hacemos bastantes cosas, pero lo que nos interesa es: todo esto, ¿qué poso va dejando en la persona? ¿qué preguntas va suscitando? ¿cómo la persona encuentra espacios para ir escribiendo y formulando estas preguntas?".
¿Y por qué ir al Chad y vivir en el Campo de Trabajo? "Si se trata de ayudar a este continente olvidado, esto empieza primero por la sensibilización, por el conocimiento, para abrirse al África real, no el África que nosotros tenemos en nuestra cabeza y que enseñan los medios de comunicación”.
"Y segundo, les decimos a menudo a los jóvenes: este viaje es 'egoísta', no cambiarás nada, sino que forma parte de tu formación como persona, el beneficio primero se lo lleva el joven europeo que va hacia allí, porque es un enriquecimiento humano enorme el que se produce al salir de casa y conocer jóvenes como tú pero que viven realidades totalmente diferentes”.
Para inscribirse en este campo de trabajo hay que tener entre 20 y 25 años. "El momento ideal es, gente que está haciendo estudios universitarios, hacia el final de la carrera, cuando uno empieza a enfocar un poco el ¿después qué? ¿Para qué?" Es necesario hablar francés, "porque la experiencia tiene mucho que ver con la comunicación, y para ser capaz de expresarte y expresar los sentimientos".
Información de Glòria Barrete publicada en Catalunya Religió
Más información sobre la experiencia EnxarTxad 2015 en el documento adjunto.