Raíces ignacianas de Jorge Bergoglio, el papa Francisco

El Papa Francisco ha sido el primer Papa jesuita de la historia. Su elección fue una gran sorpresa, también para la Compañía de Jesús. ¿Pero qué rasgos de la espiritualidad ignaciana podemos leer en su pontificado?

Josep Rambla, jesuita, teólogo y especialista en espiritualidad ignaciana, señala cinco raíces ignacianas del Papa Francisco

La alegría del evangelio. En su primer documento, con este título, ya manifestó su pasión por comunicar el gozo de la buena noticia de Cristo al mundo. Una pasión que conecta con las entrañas de su vocación de jesuita, arraigada en la experiencia original de Ignacio de Loyola, que desde el momento de su conversión es movido por el Espíritu, con un impulso irresistible, a ayudar a los demás. Este ánimo ha movido constantemente las orientaciones del ministerio del papa Francisco y esta pasión evangelizadora se ha manifestado en forma de alegría en varios documentos: La alegría del evangelio, La alegría del Amor, Alegraos y regocijaos... Y, por eso, clama “¡No nos dejemos robar el Evangelio!”

"Los santos de la puerta de al lado". Francisco ha insistido en la importancia de buscar a Dios en nuestra vida. Es necesario buscar su voluntad, cultivar la oración y la vida interior. “¡Dios, antes que nada!”, había aprendido Bergoglio en la Regla de la Compañía de Jesús. Y esto, viviendo una vida cristiana, una vida de Iglesia hacia afuera, siendo contemplativos en la acción, según la tradición ignaciana... Por eso el papa Francisco enseña que la santidad es para gente corriente. Ignacio dice que "hay que encontrar a Dios en todas las cosas", en todas partes y en todo momento, y Francisco nos habla de los "santos de la puerta de al lado".

Iglesia de los pobres. Naturalmente, la Iglesia tiene las puertas abiertas a todos, pero es sobre todo la Iglesia de los pobres. Bergoglio participó en la Congregación General 32 de la Compañía de Jesús, entre 1974 y 1975. Este encuentro recogió que ser jesuita hoy significa comprometerse “en la lucha por la fe y la lucha por la justicia que esta fe exige”. Como jesuita, como obispo y como cardenal, en Argentina, dejó un impacto como persona comprometida a favor de los pobres y con un estilo de vida personal austera muy alejada de lo que a menudo domina en el mundo eclesiástico. Como Papa, en todo momento ha manifestado esta preocupación por los pobres y la necesidad de cambiar una sociedad que empobrece, que crea diferencias insultantes, que margina... Por eso ha hablado de una economía que mata, ha propuesto una ecología integral que incluye las dimensiones humanas y sociales, o ha desvelado la conciencia de fraternidad y amistad social.

Crear procesos. Francisco, formado en los Ejercicios de san Ignacio desconfía de las respuestas rápidas y de recetas de vida cristiana. Para resolver los problemas que nos presenta la vida, y más en un cambio de época, es necesario plantear bien las preguntas y abrir caminos. "El libro de los Ejercicios Espirituales es el libro de la pregunta, no de la respuesta", dice Roland Barthes. Por eso, Francisco ha afrontado los retos en la vida de las parejas (Amoris Laetitia), ha hablado sobre la situación de los homosexuales, sobre la iglesia en la Amazonia, sobre el ministerio ordenado de la mujer, sobre la sinodalidad... Ha provocado cierta frustración el hecho de que no haya dado respuestas, pero sí ha abierto preguntas y ha iniciado caminos. Tal y como los Ejercicios no acaban con “tengo que hacer esto o eso otro”, Francisco nos invita a buscar una forma lo más evangélica posible de vivir y ver las cosas en un mundo que cambia sin cesar. Será necesario no detenerse, seguir las preguntas que Francisco ha planteado y abrir las puertas que ha entreabierto.

Discernimiento. Esta palabra, de raíces bíblicas y evangélicas, no había sonado tanto como hasta ahora. Francisco nos ha recordado en todo momento que es necesario discernir, porque nos encontramos continuamente ante lo inédito y hay que tener una manera de hacer, el discernimiento, para responder evangélicamente a nuevos retos. Los Ejercicios de san Ignacio son escuela de discernimiento y Bergoglio los ha vivido él mismo durante muchos años, ha sido director, o acompañante de otros. Insiste que el discernimiento no es sólo necesario en momentos extraordinarios: "nos hace falta siempre". Vivimos expuestos a un zapping constante y "sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento". Y sobre todo, nos hace falta como "un instrumento de lucha para seguir mejor al Señor".

Imagen: el papa Francisco, con el Superior General de la Compañía de Jesús, durante la celebración de la Congregación General 36. Crédito: Jesuit.Media © Curia Generalizia della Compagnia di Gesù